Viajar con calor es ineludible en estas fechas en las que nos encontramos. Estamos pasando estos días la segunda ola de calor del recién estrenado verano y por lo que se ve, cada vez será más habitual que viajemos con un calor que a todas luces es excesivo. Por eso hoy os traemos unos cuantos consejos para viajar con calor y no morir en el intento.
Viajar con calor o a pesar del calor
Mi estación del año favorita para viajar es el otoño. Una época en la que aún los días son más o menos largos y el frío aún no ha llegado. Pero, seamos realistas, la mayoría de nosotros tiene las vacaciones en época estival así que lo mejor será pertrecharnos con ciertos artículos que nos harán la vida más fácil. Y, sobre todo, ser sensatos.
– Viajar siempre con una botella de agua fresca. Mejor aún, con una cantimplora que será muy ecológica y además ahora hay cantidad de modelos bonitos.
– Beber muchos líquidos, evitando los azucarados y el alcohol. Al final lo que más refresca es lo más sencillo. Las infusiones son también ideales como medio de hidratación y no añaden esas calorías tontas que luego no hay quien se quite uno.
– Comer ligero. A ser posible con poca sal, que retiene líquidos y da sed. La verdad es que la naturaleza es sabia ya que con el calor extremo apetece muy poco comer. En todas las gastronomías hay ensaladas, platos de pescado y frutas que podemos consumir cuando viajamos lejos de casa.
– Usar ropa de colores claros y holgada. Olvidémonos de los pantalones ajustados, que dan calor y crean varices. Mucho mejor usar ropa ancha, de tejidos naturales como el lino o el algodón y, sobre todo, que no apriete.
– Llevar un pañuelo ligero y colorista que anima cualquier vestuario y que nos puede proteger los hombros y la nuca, esas partes del cuerpo con una tendencia exagerada a chamuscarse incluso haciendo turismo urbano. Además, nos vendrán estupendamente si viajamos a lugares de tradición musulmana, para taparnos en las mezquitas; o en templos cristianos más conservadores en los usos.
– Usar el aire acondicionado; es cierto que contamina pero a veces no queda más remedio. Eso sí, hay que tener en cuenta que lo ideal es ponerlo entre 23 y 26 grados. Menos de eso aumenta muchísimo el gasto y no compensa a la hora de enfriar una estancia.
– ¿Habéis visto a las mujeres japonesas con paraguas en verano con el sol radiante? Pues parecerá una tontería, pero así tienen la piel ellas de bonita y traslúcida. No sólo por sus estupendos productos de cosmética japonesa, sino porque huyen del sol. Una sombrilla o un paraguas nos puede aliviar bastante al rechazar los rayos directos del astro rey.
– Usar cremas de alto factor de protección incluso al salir a la calle para hacer un recado; con más razón aún a la hora de viajar. Ya no es sólo cuestión del envejecimiento de la piel que viene dado por los rayos solares, sino que además el sol provoca cáncer, la piel tiene memoria y podemos acordarnos ahora de quemaduras de hace tiempo. Así que, nada mejor que una buena protección del 50 que nos ayudará a quemarnos menos y cogeremos igualmente un buen tono en la piel.
– Y hablando de cremas, ¿os habéis fijado alguna vez en la fina película de grasa que se ve en el mar a veces cuando vamos a la playa?. Pues aunque parezca mentira, mucha de esa grasa viene de las cremas solares que usamos. Cada vez somos más conscientes de que nos estamos cargando los mares, fuente de vida, a base de mil y uno inventos del hombre. Así que, si podemos hacer algo, aunque sea al elegir nuestros bronceadores (sin oxibenzonas ni octionoxatos), bien estará. ¡Ah! Y mucho mejor la textura en crema que en spray.